Puedes coger el aire y comprimirlo;
aspirarlo, batirlo con aire de abanico.
Puedes valerte de él y usarlo
como puntual y poderoso amigo,
o que se haga sonido en la trompeta,
o en un poema musical el ritmo.
Puedes querer que sea, y será hecho,
el neuma sustancial y poderoso
del vuelo de tu vida.
Puedes coger el agua y contenerla;
beberla, derramarla, consumirla,
congelarla, haciendola concreta,
contemplarla en la fuente,
oírla susurrar en la cañada
y en cuerpo y alma bautizarte en ella.
Puedes dejar que el agua
te arrulle en la cascada, cristales
derretidos del espejo del alma,
y sonreir celoso por un beso
de espuma en la roca bañada.
Puedes coger el sol
por sus ardientes rayos;
someter su energía, aprovechar
sus besos de luz y de calor;
pintarlo en el paisaje,
cantarle placentero en las mañanas
y en las tardes decirle tímidamente: adiós.
Puedes coger la noche y cubrirte con ella,
y hacer barricadas
de luces para herirla.
Puedes coger la noche
y contar las luciernagas
del vasto firmamento,
y alabar la grandeza
del arte de Sus dedos,
los dedos que en la noche
formaron las estrellas.
Puedes tomar del aire lo que quieras
y del agua, y del sol. Y en las noches.
cuando las exclusivas acechan al poeta,
dormir sin preocuparte del derecho de autor.
Rodolfo Loyola
4.4.09
Cita con Dios, Victor Urbino
¡Esta noche Le busco! Que entraré por Sus puertas
De par en par abiertas como en la cruz Sus brazo
mientras en el alto cielo Su eterna gloria cuenta
y el firmamento anuncia las obras de Sus manos.
¡Tengo cita con Dios! Pues El que dijo: - "Adonde
se hallaren dos o tres en Mi Nombre reunidos
Yo estoy" -, responde siempre que invocándole el hombre
con fe Le abre del templo su alma los postigos.
-¡Señor: Yo no soy digno-. Le diré, reverente,
y después mi oración subirá como incienso,
dobladas las rodillas, inclinada mi frente,
como se encorva el junco bajo el poder del viento.
¡Y esta noche Le encuentro! Que el cántico en los labios
soltará de alabanzas mi palomar entero,
y el pronununciar Su Nombre será un ósculo santo,
cual soltar un perfume, cual un arrullo al viento.
Su Palabra bendita penetrará mi oído
y al recibirla, pleno, mi corazón en calma
se inundará de gozo, como desciende el río
cuando ha bebido nueva su fuerza en la montaña.
Y no llaméis en vano. No preguntéis por mi.
Ni me busquéis del mundo por la noche estrellada.
¡Tengo cita con Dios! ¡Cristo me espera, allí
en la fiel comunión de Su presencia y mi alma!
De par en par abiertas como en la cruz Sus brazo
mientras en el alto cielo Su eterna gloria cuenta
y el firmamento anuncia las obras de Sus manos.
¡Tengo cita con Dios! Pues El que dijo: - "Adonde
se hallaren dos o tres en Mi Nombre reunidos
Yo estoy" -, responde siempre que invocándole el hombre
con fe Le abre del templo su alma los postigos.
-¡Señor: Yo no soy digno-. Le diré, reverente,
y después mi oración subirá como incienso,
dobladas las rodillas, inclinada mi frente,
como se encorva el junco bajo el poder del viento.
¡Y esta noche Le encuentro! Que el cántico en los labios
soltará de alabanzas mi palomar entero,
y el pronununciar Su Nombre será un ósculo santo,
cual soltar un perfume, cual un arrullo al viento.
Su Palabra bendita penetrará mi oído
y al recibirla, pleno, mi corazón en calma
se inundará de gozo, como desciende el río
cuando ha bebido nueva su fuerza en la montaña.
Y no llaméis en vano. No preguntéis por mi.
Ni me busquéis del mundo por la noche estrellada.
¡Tengo cita con Dios! ¡Cristo me espera, allí
en la fiel comunión de Su presencia y mi alma!
1.4.09
Mi iglesia, Rodolfo Loyola
Mi iglesia tiene muchas campanas
de lenguas vivas que de amor laten,
que tañen, tañen sus alabanzas
hacia el Lucero de la mañana.
Mi iglesia está hecha toda de piedras,
piedras labradas a la medida,
piedras que crecen y se entremezclan
en sus columnas blancas y negras.
Mi iglesia suele ir al colegio,
a la oficina y a los mercados;
está en las casas y asiste al templo,
y por las calles va predicando el Evangelio.
Mi iglesia es única y es multiforme,
La adornan rostros, brazos y pámpanos
que afloran frescos frutos, y dones,
porque la nutre Dios hecho hombre.
de lenguas vivas que de amor laten,
que tañen, tañen sus alabanzas
hacia el Lucero de la mañana.
Mi iglesia está hecha toda de piedras,
piedras labradas a la medida,
piedras que crecen y se entremezclan
en sus columnas blancas y negras.
Mi iglesia suele ir al colegio,
a la oficina y a los mercados;
está en las casas y asiste al templo,
y por las calles va predicando el Evangelio.
Mi iglesia es única y es multiforme,
La adornan rostros, brazos y pámpanos
que afloran frescos frutos, y dones,
porque la nutre Dios hecho hombre.
Se acerca el día, Rodolfo Loyola
Madrugada sin sueño del sereno,
pero con el cansancio de este siglo,
ciudad acurrucada en madrigueras
de dormidos portales sin Cristo.
¿Será posible que me sorprenda el día
sin lograr un intento?
Ya voy perdiendo todo,
lo que no quiero y quiero:
La soledad, el ladrido lejano,
el miedo, el asombro de un paso,
la sonrisa, el silencio...
Ya está al raya el alba,
lo intuye esta locura de sereno
que se queda contando los minutos
por ver si alguien despierta:
Ya está al romper el día,
¿Para qué quiero el sueño?
pero con el cansancio de este siglo,
ciudad acurrucada en madrigueras
de dormidos portales sin Cristo.
¿Será posible que me sorprenda el día
sin lograr un intento?
Ya voy perdiendo todo,
lo que no quiero y quiero:
La soledad, el ladrido lejano,
el miedo, el asombro de un paso,
la sonrisa, el silencio...
Ya está al raya el alba,
lo intuye esta locura de sereno
que se queda contando los minutos
por ver si alguien despierta:
Ya está al romper el día,
¿Para qué quiero el sueño?
31.3.08
Pastor te bendigo, Amado Nervo
Pastor te bendigo por lo que me das
si nada me das, también te bendigo.
Te sigo riendo, si entre rosas vas
si vas entre cardos y zarzas te sigo.
Contigo en lo menos
Contigo en lo más.
Amado Nervo
si nada me das, también te bendigo.
Te sigo riendo, si entre rosas vas
si vas entre cardos y zarzas te sigo.
Contigo en lo menos
Contigo en lo más.
Amado Nervo
24.10.07
¡Oh Cristo!, Amado Nervo
Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias,
¡oh Cristo!
En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos,
¡oh Cristo!
¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes.
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas.
¿Rosas de Pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia,
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
¡oh Cristo!
Amado Nervo
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias,
¡oh Cristo!
En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos,
¡oh Cristo!
¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes.
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas.
¿Rosas de Pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia,
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
¡oh Cristo!
Amado Nervo
17.10.07
Hoy no te pido nada, Rodolfo Loyola
Hoy no te pido nada
Jinete de los vientos,
me has dado tanto, tanto
que contarlo no puedo.
Sin que te lo pidiera
llenaste el firmamento
de estrellas y planetas
para yo verte en ellos.
Ya me diste los árboles,
las flores, el pan nuestro,
y las sabias abejas,
y el canto del jilguero.
Ya me diste la lluvia,
y la noche y el sueño,
más la fe para hallarte
en el vasto universo.
Me has dado las respuestas
de antemano, y por eso
hoy no te pido nada,
mañana, ya veremos.
Jinete de los vientos,
me has dado tanto, tanto
que contarlo no puedo.
Sin que te lo pidiera
llenaste el firmamento
de estrellas y planetas
para yo verte en ellos.
Ya me diste los árboles,
las flores, el pan nuestro,
y las sabias abejas,
y el canto del jilguero.
Ya me diste la lluvia,
y la noche y el sueño,
más la fe para hallarte
en el vasto universo.
Me has dado las respuestas
de antemano, y por eso
hoy no te pido nada,
mañana, ya veremos.
27.6.07
¡Soñar, Señor, Soñar!, León Felipe
Hazme soñar... ¡Soñar, Señor, soñar!...
¡Hace tiempo que no sueño!
Soñé que iba una vez -cuando era niño todavía,
al comienzo del mundo-
en un caballo desbocado por el viento,
soñé que cabalgaba, desbocado, en el viento...
que era yo mismo el viento...
Señor, hazme otra vez soñar que soy el viento,
el viento bajo la Luz, el viento traspasado por la Luz,
el viento deshecho por la luz,
el viento fundido por la luz,
el viento.., hecho Luz...
Señor, hazme soñar que soy la Luz...
que soy Tú mismo, parte de mí mismo...
y guárdame, guárdame dormido,
soñando, eternamente soñando
que soy un rayito de Luz de tu costado.
¡Hace tiempo que no sueño!
Soñé que iba una vez -cuando era niño todavía,
al comienzo del mundo-
en un caballo desbocado por el viento,
soñé que cabalgaba, desbocado, en el viento...
que era yo mismo el viento...
Señor, hazme otra vez soñar que soy el viento,
el viento bajo la Luz, el viento traspasado por la Luz,
el viento deshecho por la luz,
el viento fundido por la luz,
el viento.., hecho Luz...
Señor, hazme soñar que soy la Luz...
que soy Tú mismo, parte de mí mismo...
y guárdame, guárdame dormido,
soñando, eternamente soñando
que soy un rayito de Luz de tu costado.
Una Cruz sencilla, León Felipe
Hazme una cruz sencilla,
carpintero...
sin añadidos
ni ornamentos...
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos...
sencilla, sencilla...
hazme una cruz sencilla, carpintero.
carpintero...
sin añadidos
ni ornamentos...
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos...
sencilla, sencilla...
hazme una cruz sencilla, carpintero.
6.3.07
Pero si tu, Rodolfo Loyola
Es poca el ansia de vivir que siento,
pero si Tú me dices vive: Viviré.
Es poco el celo de escalar que aliento,
pero si Tú me dices sube: Subiré.
Es mucho el miedo de sufrir que tengo,
pero si Tú me dices sufre: Sufriré.
Me acosa el hambre de saber lo eterno,
pero si Tú me enseñas Padre, saciaré.
pero si Tú me dices vive: Viviré.
Es poco el celo de escalar que aliento,
pero si Tú me dices sube: Subiré.
Es mucho el miedo de sufrir que tengo,
pero si Tú me dices sufre: Sufriré.
Me acosa el hambre de saber lo eterno,
pero si Tú me enseñas Padre, saciaré.
29.12.06
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?, Lope de Vega
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
No me mueve mi Dios, Anónimo
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Al Cristo del Calvario, Gabriela Mistral
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
28.12.06
¡Así quisiera amarte!, Rodolfo Loyola
¡Así quisiera amarte!
con la misma pasión de los amantes
que por primera vez se besan.
¡Así quisiera amarte!
Despojado de toda mi bajeza;
que me broten del alma, como a un niño,
las palabras bañadas de inocencia.
¡Así quisiera amarte!
En la lucha titánica y tremenda
por arrancar del corazón humano
el odio, el egoísmo y el holocausto inútil de la guerra.
¡Así quisiera amarte!
en el camino ascendente donde tantos te dejan
en el afán de verte convertir en alfombras las piedras.
¡Así quisiera amarte!
como Saulo de Tarso con los pies en cadenas
y esperando de Nerón la bárbara sentencia.
¡Así quisiera amarte!
como el joven Daniel
a ti sonriendo entre un rugir de fieras
o bendecirte con el último aliento
como el mártir Esteban.
¡Así quisiera amarte!
como el patriarca Abraham con el cuchillo en alto,
dolorido y sin fuerza,
pero dispuesto a hundirlo sobre lo más querido
si tu voz me lo ordena
¡Así quisiera amarte!
en esas diez centellas de tu ley
que matan, que dan vida y atormentan;
hacer de mi cerebro un Sinaí
y de mi alma y corazón
dos tablas que pregonen tu existencia.
¡Así quisiera amarte!
cuando los sabios y filósofos, para negarte,
se llenan de soberbia
y te niegan en el Cristo infinito,
en la materia indestructible,
en la casualidad acaso;
decir yo como Arquímedes: ¡Eureka!
te he encontrado en la vida y en la muerte,
hasta en la inteligencia misma que te niega,
y orgulloso mostrarte palpitante
en cada una de mis células.
¡Así quisiera amarte!
entre montañas de volúmenes
de sugestivos títulos y materias diversas
para rendirle culto a la moral, a la razón, la inteligencia,
y a ti, la causa de las causas, te desechan.
Y al saberme entre tanta aparente abundancia
de comidas espléndidas,
postrarme a tus pies rendido
a esperar las migajas de tu mesa.
¡Así quisiera amarte!
Como Tú me has amado: Sediento, maldecido, con espinas y clavos, diciendo con el precio de la sangre:
¡Te amo, sí, te amo!
¡Así quisiera amarte!
Más, si la fe me falta,
si soy débil y cual Pedro te niego,
vuelve, Señor, inquiéreme:
"¿Me amas?"
y al saberme llorando me dirás como a Pedro:
"Apacienta mi rebaño".
¡¡ASÍ, SEÑOR, ASÍ QUISIERA YO AMARTE!!
con la misma pasión de los amantes
que por primera vez se besan.
¡Así quisiera amarte!
Despojado de toda mi bajeza;
que me broten del alma, como a un niño,
las palabras bañadas de inocencia.
¡Así quisiera amarte!
En la lucha titánica y tremenda
por arrancar del corazón humano
el odio, el egoísmo y el holocausto inútil de la guerra.
¡Así quisiera amarte!
en el camino ascendente donde tantos te dejan
en el afán de verte convertir en alfombras las piedras.
¡Así quisiera amarte!
como Saulo de Tarso con los pies en cadenas
y esperando de Nerón la bárbara sentencia.
¡Así quisiera amarte!
como el joven Daniel
a ti sonriendo entre un rugir de fieras
o bendecirte con el último aliento
como el mártir Esteban.
¡Así quisiera amarte!
como el patriarca Abraham con el cuchillo en alto,
dolorido y sin fuerza,
pero dispuesto a hundirlo sobre lo más querido
si tu voz me lo ordena
¡Así quisiera amarte!
en esas diez centellas de tu ley
que matan, que dan vida y atormentan;
hacer de mi cerebro un Sinaí
y de mi alma y corazón
dos tablas que pregonen tu existencia.
¡Así quisiera amarte!
cuando los sabios y filósofos, para negarte,
se llenan de soberbia
y te niegan en el Cristo infinito,
en la materia indestructible,
en la casualidad acaso;
decir yo como Arquímedes: ¡Eureka!
te he encontrado en la vida y en la muerte,
hasta en la inteligencia misma que te niega,
y orgulloso mostrarte palpitante
en cada una de mis células.
¡Así quisiera amarte!
entre montañas de volúmenes
de sugestivos títulos y materias diversas
para rendirle culto a la moral, a la razón, la inteligencia,
y a ti, la causa de las causas, te desechan.
Y al saberme entre tanta aparente abundancia
de comidas espléndidas,
postrarme a tus pies rendido
a esperar las migajas de tu mesa.
¡Así quisiera amarte!
Como Tú me has amado: Sediento, maldecido, con espinas y clavos, diciendo con el precio de la sangre:
¡Te amo, sí, te amo!
¡Así quisiera amarte!
Más, si la fe me falta,
si soy débil y cual Pedro te niego,
vuelve, Señor, inquiéreme:
"¿Me amas?"
y al saberme llorando me dirás como a Pedro:
"Apacienta mi rebaño".
¡¡ASÍ, SEÑOR, ASÍ QUISIERA YO AMARTE!!
24.12.06
Jesús el dulce viene, Juan Ramón Jiménez
Jesús, el dulce, viene...
Las noches huelen a romero.
Oh, que pureza tiene
la luna en el sendero!
Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fria...
Mas la celeste melodia
suena fuera...
Celeste primavera,
que la nieve, al pasar, blanda deshace
y deja atras eterna calma.
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!
Las noches huelen a romero.
Oh, que pureza tiene
la luna en el sendero!
Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fria...
Mas la celeste melodia
suena fuera...
Celeste primavera,
que la nieve, al pasar, blanda deshace
y deja atras eterna calma.
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!
25.6.06
Nada te turbe, Teresa de Jesús
Nada turbe,
Nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
Nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
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Místicos Españoles,
Teresa de Jesús
27.3.06
Oh llama de amor viva, San Juan de la Cruz
¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
¡Oh cauterio süave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con estraños primores
color y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
¡Oh cauterio süave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con estraños primores
color y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
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Juan de la Cruz,
Místicos Españoles
14.7.05
Me haces falta, Jonathan Reus
Cuando miro a esta tormenta que no acaba,
Se me nubla el corazón y no veo nada,
No hay sentido, no hay razón, llora mi alma,
Y todo tiene ese amargo sabor a nostalgia.
Llueve mucho en las esquinas,
En los rincones de mi cama,
Y cada gota que cae,
Moja , inunda el velo de mi calma,
Y sólo encuentro consuelo en tu palabra,
Y me rompo ante tu voz
Soy un suspiro, mil pedazos, no soy nada.
Es de noche en cada letra,
En cada sílaba de mi guitarra
Y las notas en los acordes de la sinfonía
De mi vida, suenan desafinadas,
No tienen ritmo, no tienen vida, no tienen alma
A no ser que tú, compositor divino,
Vengas a iluminarlas.
Hace frío en cada poro de mis mejillas
Y se me nubla el gesto, se hielan las sonrisas
Y en cada palmo de mi expresión hay escarcha
Y es así como mi pluma, enferma de sin sabores,
Embriagada de distancia, congelada,
Hace surcos en la arena, en la playa de mis ganas
Y sólo en verso, sólo en estas rimas desesperadas,
Mi alma encuentra la forma de decirte;
Que le haces falta.
Se me nubla el corazón y no veo nada,
No hay sentido, no hay razón, llora mi alma,
Y todo tiene ese amargo sabor a nostalgia.
Llueve mucho en las esquinas,
En los rincones de mi cama,
Y cada gota que cae,
Moja , inunda el velo de mi calma,
Y sólo encuentro consuelo en tu palabra,
Y me rompo ante tu voz
Soy un suspiro, mil pedazos, no soy nada.
Es de noche en cada letra,
En cada sílaba de mi guitarra
Y las notas en los acordes de la sinfonía
De mi vida, suenan desafinadas,
No tienen ritmo, no tienen vida, no tienen alma
A no ser que tú, compositor divino,
Vengas a iluminarlas.
Hace frío en cada poro de mis mejillas
Y se me nubla el gesto, se hielan las sonrisas
Y en cada palmo de mi expresión hay escarcha
Y es así como mi pluma, enferma de sin sabores,
Embriagada de distancia, congelada,
Hace surcos en la arena, en la playa de mis ganas
Y sólo en verso, sólo en estas rimas desesperadas,
Mi alma encuentra la forma de decirte;
Que le haces falta.
<<>< Bajo Licencia Copy Cristian
"Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad"
23.6.05
¿Qué quieres?, Calderón de la Barca
¿Qué quiero, mi Jesús?... Quiero quererte,
quiero cuanto hay en mí, del todo darte
sin tener más placer que el agradarte,
sin tener más temor que el ofenderte.
Quiero olvidarlo todo y conocerte,
quiero dejarlo todo para buscarte,
quiera perderlo todo para hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.
Quiero, amable Jesús, abismarme
en ese dulce hueco de tu herida,
y en sus divinas llamas abrasarme.
Quiero, por fin, en Ti transfigurarme,
morir a mí, para vivir tu vida,
perderme en Ti, Jesús, y no encontrarme.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)
quiero cuanto hay en mí, del todo darte
sin tener más placer que el agradarte,
sin tener más temor que el ofenderte.
Quiero olvidarlo todo y conocerte,
quiero dejarlo todo para buscarte,
quiera perderlo todo para hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.
Quiero, amable Jesús, abismarme
en ese dulce hueco de tu herida,
y en sus divinas llamas abrasarme.
Quiero, por fin, en Ti transfigurarme,
morir a mí, para vivir tu vida,
perderme en Ti, Jesús, y no encontrarme.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)
El primer coro de la roca, T. S. Elliot
Se cierne el águila en la cumbre del cielo,
El cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
Trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no del silencio;
Conocimiento de las palabras e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.
TS Eliot. Traducción de J.L. Borges
El cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
Trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no del silencio;
Conocimiento de las palabras e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.
TS Eliot. Traducción de J.L. Borges
Que descansada vida, fray Luis de Leon
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
27.10.04
Hoy estuve con Él, Rodolfo Loyola
Hoy estuve con Él,
pero no es apropiado que lo diga.
¡Se está tan bien junto a tus pies,
huérfano de palabras,
saturado de besos y perfumes
como María en Betania!
Hoy palpé su presencia
como nunca. Me desnudé ante Él,
¡y era tan transparente su mirada!
Girasoles de oro
poblaban el espacio
entre su ser y mi alma.
Y aquí estoy, como Adán
profanando su huerto,
tomando del fruto prohibido
escribiendo un poema
que debió ser inédito.
¡Que bueno fue llorar de amor y asombro!
A mi me pareció que no era azul,
pero eso es lo de menos.
Se llega con el alma desflecada
a pedir nuevas velas por si hay pesca.
Y te das cuenta que en su mar adentro
ni una gaviota cae sin que Él lo sepa.
Y es tan íntimo el gozo,
tan sublime el silencio,
tan tímidos los gestos...
Y afuera el tiempo con el ruido a cuestas
y los que siempre esperan
hallarle en un milagro,
(perrillos recogiendo migajas
debajo de la mesa).
De verdad, no sé por qué lo digo,
pero tampoco sé como callarlo.
Hoy he estado con Él. Alfarero divino,
y al decirlo me quiebro
como barro que arde.
Pecado de intención
mas no de hecho,
si es del todo imposible
explicar lo inefable.
Rodolfo Loyola
pero no es apropiado que lo diga.
¡Se está tan bien junto a tus pies,
huérfano de palabras,
saturado de besos y perfumes
como María en Betania!
Hoy palpé su presencia
como nunca. Me desnudé ante Él,
¡y era tan transparente su mirada!
Girasoles de oro
poblaban el espacio
entre su ser y mi alma.
Y aquí estoy, como Adán
profanando su huerto,
tomando del fruto prohibido
escribiendo un poema
que debió ser inédito.
¡Que bueno fue llorar de amor y asombro!
A mi me pareció que no era azul,
pero eso es lo de menos.
Se llega con el alma desflecada
a pedir nuevas velas por si hay pesca.
Y te das cuenta que en su mar adentro
ni una gaviota cae sin que Él lo sepa.
Y es tan íntimo el gozo,
tan sublime el silencio,
tan tímidos los gestos...
Y afuera el tiempo con el ruido a cuestas
y los que siempre esperan
hallarle en un milagro,
(perrillos recogiendo migajas
debajo de la mesa).
De verdad, no sé por qué lo digo,
pero tampoco sé como callarlo.
Hoy he estado con Él. Alfarero divino,
y al decirlo me quiebro
como barro que arde.
Pecado de intención
mas no de hecho,
si es del todo imposible
explicar lo inefable.
Rodolfo Loyola
Primera cita, Rodolfo Loyola
“Bienaventurado el que tiene recuerdos que pueden fortalecer
su espíritu” H. Carossa
Esta noche contigo, ¡que alegría!,
se ha hecho corta y difícil de olvidarla.
Tu llegaste puntual cual viejo amante,
yo te ofrecí mis besos triangulares.
Tu tomaste mi orgullo por el tronco
y lo desarraigaste con tu aire.
Se veía la luna tan pequeña, sin frío
bañándose en la fuente con burbujas de plata;
y yo, como Romeo, prometiendo y jurando,
y Tú, tan comprensivo tomaste mi palabra.
Después yo no sabía, si este encuentro vivido,
se este inédito gozo era para gastarlo...
Y no fue mi camino de Damasco, Dios mío,
aunque oí tu llamada como Saulo de Tarso.
Rodolfo Loyola
su espíritu” H. Carossa
Esta noche contigo, ¡que alegría!,
se ha hecho corta y difícil de olvidarla.
Tu llegaste puntual cual viejo amante,
yo te ofrecí mis besos triangulares.
Tu tomaste mi orgullo por el tronco
y lo desarraigaste con tu aire.
Se veía la luna tan pequeña, sin frío
bañándose en la fuente con burbujas de plata;
y yo, como Romeo, prometiendo y jurando,
y Tú, tan comprensivo tomaste mi palabra.
Después yo no sabía, si este encuentro vivido,
se este inédito gozo era para gastarlo...
Y no fue mi camino de Damasco, Dios mío,
aunque oí tu llamada como Saulo de Tarso.
Rodolfo Loyola
26.10.04
Peldaño, Rodolfo Loyola
¡Oh muerte, tú no inquietas
con tu aguijón sombrío
al que lleva su alma
del ideal en alto.
Tú eres tortura y pánico;
enigma indescifrable
para el que sólo espera
lo terrenal y vano.
Pero a los otros,
los de eterna esperanza,
los de ambición hermosa,
no eres más que un peldaño
inevitable y útil
para escalar la gloria.
Rodolfo Loyola
con tu aguijón sombrío
al que lleva su alma
del ideal en alto.
Tú eres tortura y pánico;
enigma indescifrable
para el que sólo espera
lo terrenal y vano.
Pero a los otros,
los de eterna esperanza,
los de ambición hermosa,
no eres más que un peldaño
inevitable y útil
para escalar la gloria.
Rodolfo Loyola
Pegado a ti, Rodolfo Loyola
Estoy pegado a ti como una liana,
enredado en tu savia,
hecho polvo en el hueco de tu mano,
diluido en tu esencia,
como un idealizado Sancho ligado a su Quijote,
cabalgando y viviendo al borde de tus huellas.
Soy lo correlativo,
no tengo nombre propio, tu me nombras,
con un ínfimo gesto,
con un guiño me quiebras,
solo con desearlo, me envías o me llevas.
Estoy pegado a ti como un siamés del alma,
y en la danza de las desigualdades,
soy el uno mas uno igual a uno de tu divina matemática.
Me tienes contenido en tu inmateria,
tan sin secreto,
tan averiguado y transparente,
que me crecen cristales y luces en la noche.
Estoy a la deriva de mi mismo,
aunque seguro y atrapado
en el vórtice de tu todo infinito.
No tengo más origen
que la esperanza del lucido ladrón crucificado.
Soy una consecuencia,
un efecto, un satélite,
sombra, imagen, soplo,
eco, transpiración, reflejo.
Si en la eterna jornada de tu tacto,
sientes el cosquilleo de mi intimo reclamo,
permíteme seguir parasitando
en tu costado abierto
hasta el alba más alba.
Soy libre...
rotundamente libre;
sigo pegado a ti,
no peso nada...
nada.
Rodolfo Loyola
enredado en tu savia,
hecho polvo en el hueco de tu mano,
diluido en tu esencia,
como un idealizado Sancho ligado a su Quijote,
cabalgando y viviendo al borde de tus huellas.
Soy lo correlativo,
no tengo nombre propio, tu me nombras,
con un ínfimo gesto,
con un guiño me quiebras,
solo con desearlo, me envías o me llevas.
Estoy pegado a ti como un siamés del alma,
y en la danza de las desigualdades,
soy el uno mas uno igual a uno de tu divina matemática.
Me tienes contenido en tu inmateria,
tan sin secreto,
tan averiguado y transparente,
que me crecen cristales y luces en la noche.
Estoy a la deriva de mi mismo,
aunque seguro y atrapado
en el vórtice de tu todo infinito.
No tengo más origen
que la esperanza del lucido ladrón crucificado.
Soy una consecuencia,
un efecto, un satélite,
sombra, imagen, soplo,
eco, transpiración, reflejo.
Si en la eterna jornada de tu tacto,
sientes el cosquilleo de mi intimo reclamo,
permíteme seguir parasitando
en tu costado abierto
hasta el alba más alba.
Soy libre...
rotundamente libre;
sigo pegado a ti,
no peso nada...
nada.
Rodolfo Loyola
25.10.04
Yo soy la higuera, Rodolfo Loyola
Señor, yo soy la higuera
frondosa, pero estéril
a la que Tú llegaste
pidiéndole sus frutos.
Sabía que vendrías
a buscar lo que es tuyo,
y ya ves, sólo hojas
inútiles me cubren.
Señor, yo tuve flores
casi, casi cuajando,
y presentí la dicha
de brindarte mi miel,
pero vientos extraños
de dudas y pasiones
en ráfagas continuas
las hicieron caer.
Mas, oh Señor, te ruego,
granjero de las almas,
que me des otro año,
y abona mi dolor;
que espero ver las ramas
por el fruto inclinadas
compensando con creces
tu amor y tu perdón.
R. Loyola
frondosa, pero estéril
a la que Tú llegaste
pidiéndole sus frutos.
Sabía que vendrías
a buscar lo que es tuyo,
y ya ves, sólo hojas
inútiles me cubren.
Señor, yo tuve flores
casi, casi cuajando,
y presentí la dicha
de brindarte mi miel,
pero vientos extraños
de dudas y pasiones
en ráfagas continuas
las hicieron caer.
Mas, oh Señor, te ruego,
granjero de las almas,
que me des otro año,
y abona mi dolor;
que espero ver las ramas
por el fruto inclinadas
compensando con creces
tu amor y tu perdón.
R. Loyola
Otra vez el burro, Rodolfo Loyola
Esto no es un poema
¿y qué más da?
Esto es un rebuzno sangrante.
Yo soy el pobre burro que quiso ser jinete.
Yo estuve atado hasta
que mi Señor me hubo menester.
Yo he sido un burro
de multitudes entusiasmadas,
de ruidosas entradas triunfales;
un burro útil, manso a veces.
He tenido burradas a montones,
como esa de alimentar mis orejotas
con la palabra reverendo,
o de tomar un poco de los vítores
o de las bienvenidas
que pertenecen al Rey,
a mi Rey, al buen Rey;
que a pesar de saberme
con esas intenciones típicas de la raza
me acaricia los lomos del orgullo
para decirme: “Anda,
que aún te estoy domando.
No hay nada más valioso
para poder entrar, triunfante y a morir
en las ciudades de las almas
que un buen burro,
sin aparejos de doctor,
firme y pequeño
que deje ver mi gloria”
Rodolfo Loyola
¿y qué más da?
Esto es un rebuzno sangrante.
Yo soy el pobre burro que quiso ser jinete.
Yo estuve atado hasta
que mi Señor me hubo menester.
Yo he sido un burro
de multitudes entusiasmadas,
de ruidosas entradas triunfales;
un burro útil, manso a veces.
He tenido burradas a montones,
como esa de alimentar mis orejotas
con la palabra reverendo,
o de tomar un poco de los vítores
o de las bienvenidas
que pertenecen al Rey,
a mi Rey, al buen Rey;
que a pesar de saberme
con esas intenciones típicas de la raza
me acaricia los lomos del orgullo
para decirme: “Anda,
que aún te estoy domando.
No hay nada más valioso
para poder entrar, triunfante y a morir
en las ciudades de las almas
que un buen burro,
sin aparejos de doctor,
firme y pequeño
que deje ver mi gloria”
Rodolfo Loyola
Si nos queda la esperanza, Rodolfo Loyola
Aunque el rumor de la olas
agite la pobre barca,
y los remos ya no alcancen a surcar
con impulso el agua.
Aunque la playa se aleje
y no se vislumbre un nauta,
y este llegando la noche
a lluvia y viento abrazada...
Ni un solo grito lancemos
¡Por Dios, no digamos nada!,
que todo no se ha perdido
si nos queda la esperanza.
Si acosados por los hombres
que sirven a la ignorancia,
no escuchan nuestras verdades
y burlan nuestras plegarias;
si de escasez y dolores
se ha llenado nuestra casa,
y vemos que ya los lobos
se ensañan de la manada.
Y aun al borde del abismo
la muerte implacable llama...
¡Ni un solo grito lancemos
Por Dios, no digamos nada!
Que todo no se ha perdido
si nos queda ... la esperanza.
Rodolfo Loyola
agite la pobre barca,
y los remos ya no alcancen a surcar
con impulso el agua.
Aunque la playa se aleje
y no se vislumbre un nauta,
y este llegando la noche
a lluvia y viento abrazada...
Ni un solo grito lancemos
¡Por Dios, no digamos nada!,
que todo no se ha perdido
si nos queda la esperanza.
Si acosados por los hombres
que sirven a la ignorancia,
no escuchan nuestras verdades
y burlan nuestras plegarias;
si de escasez y dolores
se ha llenado nuestra casa,
y vemos que ya los lobos
se ensañan de la manada.
Y aun al borde del abismo
la muerte implacable llama...
¡Ni un solo grito lancemos
Por Dios, no digamos nada!
Que todo no se ha perdido
si nos queda ... la esperanza.
Rodolfo Loyola
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